martes, 21 de julio de 2015

Los seres de sombra: entidades paranormales que comparten nuestra cotidianidad

Uno de los fenómenos paranormales más intrigantes corresponde a entidades que simulan sombras y que se adjuntan a personas, lugares u objetos, como una especie de elusivo eco interdimensional. 

El fenómeno conocido como “la gente de las sombras” o los “seres de sombra” se trata de elusivas entidades que se perciben como siluetas oscuras con forma humana, generalmente masculinas, y que gustan de observarnos silenciosa e inmóvilmente. Al parecer, solo reaccionan con fugacidad cuando son detectadas al filo de la mirada por una persona, momento en el cual desaparecen. Es importante enfatizar en que ninguna de estas características es invariable, ya que también se han reportado entidades de este tipo como seres amorfos o flexibles columnas de humo negro. 

Mientras que algunos aseguran que estos seres son la expresión última de la oscuridad, y en algún sentido, quizá excesivamente sometido a los estereotipos culturales, también del mal, en cambio otras personas les atribuyen una naturaleza más bien lúdica, sigilosa, como una especie de observadores neutrales que en su afán por no ser percibido juguetean con el tiempo, y el espacio en relación a la percepción humana. Lo cierto es que en decenas de lugares alrededor del mundo, entre personas de diversas condiciones socioeconómicas, culturales, y psicológicas, se han reportado avistamientos de estos seres, y a pesar de que existen ancestrales referencias a su presencia, al parecer durante la última década se han incrementado los encuentros con estos seres de las sombras. 


nada 

A diferencia de los avistamientos de fantasmas otros espíritus, los seres de sombra siempre procuran mantener una discreción absoluta aunque su curiosidad los lleva por momentos a aventurarse cerca del rango de percepción natural de un ser humano. Además, su existencia no se asocia en ningún sentido a la reminiscencia de una conciencia cuyo cuerpo dejo de vivir, no se les adjudican formas presencias que brillan o que emiten lastimeros sonidos. En todo caso lo único que comparten tangiblemente con los espíritus y fantasmas, es el efecto que pueden provocar en una persona que atestigua su presencia: temor, pánico, e incluso una especie e parálisis semitraumática.

Una de las características principales de la gente de las sombras es su vertiginosa rapidez, la cual hace casi imposible percibirlos frontalmente. Más bien se manifiestan como figuras centellantes que generalmente son captadas en el filo del campo de visión o espontáneamente percibidas, deslizándose, en la superficie de un espejo. Por otro lado, aparentemente su presencia física puede atravesar sin problema alguno la materia física lo cual fortalece notablemente su elusiva esencia. 

A pesar de que aún no se ha logrado explicar integralmente la existencia de estos seres, como suele suceder en la mayoría de los fenómenos paranormales, que permanecen siglos sin ser explicados de forma convincente ya que superan las fronteras de la razón tradicional, lo cual se torna en una limitante casi insalvable para el pensamiento humano, existen diversas hipótesis sobre la existencia de estas entidades.
 

Pero antes de revisar algunas e estas teorías cabe descartar la relación de estas sombrías entidades con otras presencias paranormales o mitológicas más comunes: su comportamiento u origen no mantiene una correspondencia clara con seres como los traviesos pixies (pequeñas entidades propias de la mitología británica, que habitan cuevas, jardines, y bosques, y dedican buena parte de su existencia a concretar travesuras), o tampoco denotan una sincronicidad con los elementales de la filosofía paracelsiana (manifestaciones conscientes de elementos de la naturaleza que coexisten en tiempo y espacio con los humanos pero resonando en un plano distinto, por lo que la mayoría de las veces permanecen imperceptibles). 

Hay quienes afirman que los seres de sombra no son más que encarnaciones de la energía liberada a través de pensamientos. Esta teoría asegura que de algún modo se trata de conglomeraciones de energía psíquica de baja frecuencia que cobran vida en lugares que han sido escenario de eventos traumáticos o alrededor de personas que logran concentrar una cantidad considerable de “malos” pensamientos. Y de acuerdo a lo anterior, los seres de sombra se nutren de estas bajas frecuencias como el miedo, o la envidia.
 

Para otros, la gente de las sombras son entidades que provienen de otras dimensiones que, por algún singular fenómeno energético terminan por traslaparse con la nuestra. En este sentido son seres desconcertados que ignoran como desenvolverse en nuestro plano y por eso se dedican a observar o a espiarnos, para entender como es que deben de comportarse mientras no sean capaces de desenredar las fusiones dimensionales que los han insertado en nuestro plano. Esta hipótesis niega una naturaleza maligna de estas entidades y más bien les adjudica una confusión interdimensional. 

Por otro lado la explicación más convencional, aquella plenamente dependiente de los postulados tradicionales de la razón, y la cual no solo es la más aburrida sino que también pudiese ser la más limitada (aunque no por ello debiese ser descartada por default), en realidad este fenómeno no corresponde más que a uno de los múltiples efectos ópticos a los cuales esta sometido nuestro sentido de la vista. En cuanto a la versión más aventurada de la perspectiva tradicional, se habla de la influencia de ciertos sitios o personas con cargas electromagnéticas particulares, que pueden influir en los circuitos eléctricos de nuestro cerebro e inducir alucinaciones (recordemos que el magnetismo de fenómenos naturales puede funcionar como inductor de alucinaciones) algunas de las cuales, tal vez en asociación con ciertos bits de nuestro inconsciente, pueden traducirse en la aparente presencia de seres de sombra.
 
 Tal vez el mayor argumento para desestimar la explicación científica o racional de este fenómeno, podría ser el hecho de que decenas de reportes coinciden en presenciar una misma figura o entidad, como es el caso de un “hombre alto con un sombrero” que ha sido observado por niños y adultos de diferentes países. Aunque hay que reconocer que esto bien podría responder a la influencia de arquetipos que modelan la percepción de los individuos. 

Pero en fin, más allá de la plausible o alucinada presencia de estos sere de sombra, lo cierto es que el reflexionar un poco en ellos, o mejor aún el observarlos de vez en cuando, resulta en un ejercicio existencialmente terapéutico que desencadena otras reflexiones útiles en torno a nuestra percepción, a la naturaleza absoluta o, por el contrario relativa, de nuestra realidad, y a la conciencia de que no estamos solos, de que nuestros pensamientos en realidad, y de manera palpable, se materializan, y que si científicamente se ha confirmado la existencia de múltiples dimensiones, e inclusive de múltiples universos, también debiésemos estar abiertos a la posibilidad de que de vez en cuando ellos dialoguen saltándose las fronteras que los delimitan, y que esta interacción sin duda arrojará “anormalidades” que más allá de infundirnos temor o confusión, deberían de asumirse como inspiradoras pinceladas que son parte, al igual que nosotros, de un diseño divino.




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